La terrible erupción del Vesubio que sepultó Pompeya el 24 de agosto del año 79 d.C. ha dejado a la posteridad la oportunidad de apreciar y visitar la ciudad tal y como se presentaba a los antiguos habitantes poco antes de la catástrofe. Los pompeyanos no sabían que el Vesubio era un volcán.
Plinio el Joven, huésped en casa de su tío Plinio el Viejo, historiador, científico y comandante de la base naval de Miseno, nos dejó un precioso documento en el que describe los días de la erupción
Mi tío estaba en Miseno, donde mandaba la flota. El 24 de agosto, a primera hora de la tarde, mi madre le llamó la atención sobre una nube de forma y tamaño extraordinarios.
Él había tomado un baño de sol, luego un baño de agua fría, tenía el desayuno servido en la cama y estaba estudiando en ese momento. Hizo que le trajeran los zapatos y se dirigió a un lugar elevado desde donde se podía contemplar claramente el fenómeno.
Una nube se alzaba en lo alto, y era de tal forma y aspecto que no podía compararse a ningún árbol mejor que a un pino.
Porque, elevándose como se elevaba sobre un tronco muy alto, se extendía luego en una especie de ramaje; y esto, supongo, porque la levantaba el viento en el mismo momento en que se formaba, y luego, cuando el viento cedía, abandonada a sí misma o vencida por su propio peso, se extendía ampliamente por el aire, disolviéndose poco a poco, ora blanca, ora sórdida y manchada, según llevase consigo tierra o ceniza.
A mi tío, que era un hombre muy culto, todo esto le pareció un fenómeno importante y digno de una observación más detenida, por lo que mandó preparar una liburnia y me ofreció, si quería, ir con él…
Los terremotos que habían precedido a la erupción no despertaron las sospechas de los pompeyanos, que seguían ocupados restaurando los edificios afectados por el fuerte seísmo de 17 años antes.
Pompeya, junto con las ciudades vecinas de Estabia, Herculano y Oplontis, ofrece al visitante contemporáneo una experiencia evocadora e incomparable.
Pasear por las calles y callejuelas, asomarse a las distintas casas y talleres, visitar los templos y termas de hace 2000 años en una superficie de más de 66 hectáreas… esto sólo se puede hacer en Pompeya.
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