Finalmente, vuelve la tradición de las procesiones de Semana Santa, tras el periodo de suspensión.
Después de dos años de parón por la pandemia, las procesiones de encapuchados que caracterizan la Semana Santa pueden volver a recorrer las calles de la península de Sorrento.
La Conferencia Episcopal de Campania sancionó la posibilidad de reanudar las celebraciones en el exterior.
En la nota de los obispos de Campania leemos el deseo de retomar estas antiguas tradiciones:
El 31 de marzo de 2022, como ya anunciaron las autoridades civiles, finalizará el estado de emergencia impuesto por la pandemia del Covid-19.
Todos hemos sentido la falta de relaciones pastorales ordinarias vinculadas a la vida litúrgica y también a las expresiones de la piedad popular.
Aunque con cautela, partamos ahora por los caminos interrumpidos, con renovado entusiasmo y con algunas recomendaciones.
Al reanudarse, después del 31 de marzo, las habituales expresiones de piedad popular, se mantiene la obligatoriedad de las necesarias autorizaciones de seguridad pública y protección de la salud por parte de las autoridades civiles.
Para no anular el tiempo de prueba que hemos atravesado, conviene vivir las expresiones de piedad popular, en cumplimiento de las indicaciones ofrecidas por los obispos de Campania en los últimos años.
El tiempo que vivimos con nuevas pobrezas y emergencias humanitarias nos llama a redescubrir el valor de la sobriedad y requiere signos concretos de solidaridad.

El comunicado de los obispos de Campania permite la reanudación de las expresiones de piedad popular, y por tanto también la posibilidad de vivir las tradicionales procesiones con motivo de la Semana Santa.
Estamos aliviados de haber superado el momento más difícil y doloroso de la pandemia, pero aún conscientes de que no ha terminado por completo; por eso, como archidiócesis, también nosotros queremos vivir este renacimiento con prudencia y previsión, queriendo inspirarnos más bien en la piedad popular que es justamente considerada “el verdadero tesoro del pueblo de Dios, pero manteniendo atenciones que garanticen la seguridad de todas sus manifestaciones”.
Las pautas de prudencia prescritas pretenden ser un instrumento para la tutela de la salud de las personas y de la comunidad en su conjunto y, al mismo tiempo, un ejercicio de comunión, de modo que también nuestro «ir en camino», propio de La Semana Santa, se caracteriza por ese estilo de «caminar juntos» al que el Sínodo nos devuelve con pasión.